El Año Litúrgico es la celebración y actualización del misterio de Cristo en el Tiempo, es decir, la conmemoración de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos introduce progresivamente en el misterio de la salvación a través de las diferentes fiestas y celebraciones. Como cristianos, recorremos este camino para realizar en nosotros mismos este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad como se señala en la primera carta a Timoteo, en su capítulo 2, versículo 4.
El calendario litúrgico conmemora la historia de nuestra redención. Lo que oímos en los relatos del Evangelio y lo que decimos en el curso del año litúrgico es la historia de Dios con nosotros en la obra redentora de Cristo. Cristo nació, Cristo enseño, Cristo fue crucificado y resucitado. El Espíritu se derramó sobre nosotros.
El año litúrgico proporciona una serie de celebraciones que nos sitúan frente a frente a lo que somos en relación a Cristo. Juega un papel principal en formar la fe de los cristianos y nos presenta un patrón de crecimiento en Cristo. celebra cada año los acontecimientos de la salvación que trajo Jesucristo. Por esa razón, el eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es principal finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación auténtica de Cristo, muerto y resucitado. Asimismo, el Año Litúrgico no puede ser considerado como un calendario de fechas que se recuerdan con cierta solemnidad, si no un camino de fe.
Definición de Liturgia en el Concílio Vaticano II
Los documentos conciliares, especialmente , hablan de la liturgia como un elemento esencial de la vida de :
“Con razón, entonces, se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles, significan, y cada uno a su maner realiza, la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo Sacerdote y de su cuerpo, que es la iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficiencia, con el mismo título y el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de
El Año litúrgico esta formado por distintos tiempos. Estos son tiempos en los que nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene , Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo Tiempo Ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.
Durante el año, el sacerdote viste una prenda exterior llamada casulla. Sobre la casulla, coloca un vestimento llamado estola. El color de ambos cambia, según el color dictado por el calendario litúrgico.
Adviento
Adviento es un tiempo de oración y preparación para la venida del Señor. Es tiempo de alegría y esperanza. Es esperar al que ya vino.
Empieza cuatro domingos antes de Navidad y termina después de las oraciones del medio día del 24 de diciembre. Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En las lecturas correspondientes a la primera parte se anuncia la última y definitiva aparición de Cristo al final de los tiempos y en nos prepara para la conmemoración del nacimiento del Señor.
Primera Semana de Adviento: El Señor está Cerca ¡La primera semana de Adviento es un llamado a despertar! Las lecturas de asignadas a cada día (de la semana) continúan el tema del Domingo, llamándonos a despertar de nuestro adormecimiento, a fin de que prestemos atención y oremos: que estemos vigilantes ante la venida del Señor en medio de nosotros, aquí y ahora.
Segunda Semana de Adviento: El Llamado del Bautista Para , se centra en Juan el Bautista que desafía a cada uno de nosotros para que preparemos el camino del Señor a través del arrepentimiento de nuestros pecados.
Tercera Semana: El Reino del Mesías (Domingo de Gaudate) El Evangelio del Domingo relata la historia de Cristo entre nosotros: Cristo que sana, Cristo poderoso, Cristo, el Hijo de Dios, que une al cielo y a la tierra.
Cuarta Semana : El Anuncio de emoción que despierta el próximo Nacimiento de Jesús es el tema que aborda durante esta última semana de preparación para celebrar la venida del Señor a Belén, en el aquí y ahora y al final de los tiempos.
de Adviento
La corona se hace con ramas de pino o de cedro que se doblan a formar un círculo, significando la eternidad de Dios. Se colocan tres velas moradas y una rosada en la corona, las cuales se encienden, una cada domingo de Adviento. La vela rosada anticipa el regocijo de anunciado en el Antífono de Entrada: “Regocijo” (Latín, Gaudete). Por esta razon se le llama Domingo de Gaudete o Regocijo al tercer domingo de Adviento. En este domingo, el sacerdote usa vestimentos rosados. Gradualmente, la luz proporcinonada por las velas aumenta cada semana, erradicando, simbólicamente, la oscuridad. Al consumirse las velas, visiblemente marcan el paso del tiempo hasta el Día de Navidad.
Navidad
El Hijo único de Dios nació entre nosotros para salvar el mundo. Celebración del evento central de la historia: Nace Dios como hombre. celebra hecha Carne, el Nacimiento de verdadera.
Empieza con las oraciones en Noche Buena y termina en la fiesta del Bautizo de Nuestro Señor. En Navidad nosotros celebramos la maravilla de ¿Qué es realmente ? En tres palabras: Dios hecho hombre. En cuatro sílabas: en-car-na-ción. proclama el adviento de la salvación. El mensaje de la salvación es que el hijo único de Dios nació entre nosotros para salvar el mundo. Ese es el verdadero significado de
El Bautismo del Señor : III y último Domingo del Tiempo de Navidad Las fiestas de y el Bautismo del Señor celebran a Cristo que se manifiesta, esto es, que se hace presente para todos los pueblos. Esta fiesta, con la que concluye el Tiempo de Navidad, nos brinda la oportunidad de ir, como peregrinos en espíritu, a las orillas del Jordán, para participar en un acontecimiento misterioso: el bautismo de Jesús por parte de Juan Bautista. Se celebra el domingo siguiente a (Lucas 3, 21-22) Los cuatro evangelistas comienzan Hechos y Dichos con este acontecimiento, que marca el principio de la vida pública de Jesús.
Cuaresma
Se vive el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Tiempo de preparación para la celebración del misterio pascual, de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón
En el Cristianismo, la disciplina del ayuno se vinculó al número 40. El ayuno se hacía siguiendo el ejemplo de Jesús que ayunó 40 días en el desierto, los 40 días de Moisés en el Monte Sinaí, el ayuno de 40 días de Elías en su camino al Monte Horeb y los 40 años que los israelitas pasaron en el desierto. Esto determinó gradualmente la duración del tiempo de Cuaresma. Originalmente, estos días se contaban retrospectivamente desde el Jueves Santo, a fin de determinar la fecha del primer Domingo de Cuaresma.
se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, , coincide con la fiesta de la “pascua judía” o Pesaj, misma que también depende de la luna llena. Se cree que en la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón. fija su Año Litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
En , se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.
Miércoles de Ceniza: La ceniza que llevamos nos recuerda el polvo y los escombros de nuestra vida, que somos criaturas transitorias en la tierra, pero no a los ojos de Dios.
comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.
Domingo de Ramos: En este día la iglesia recuerda la entrada de Cristo, El Señor, en Jerusalén, para consumar su Misterio Pascual.
Jueves Santo (): Al narrar lo ocurrido recordamos la celebración de judía y la celebración cristiana de del Señor. Con un rito litúrgico lavamos los pies para recordar simbólicamente nuestro misterio de servicio y también al sacerdocio de todos los creyentes.
Viernes Santo es el aniversario de la muerte de Jesús. Como tal, la celebración es callada, solemne, penitencial y contemplativa. Además es una celebración de la esperanza que viene de de la cruz, que proclama que esta nueva vida en Cristo está fuera del poder de la muerte.
Tiempo Pascual
En el Tiempo Pascual se vive , Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!
Empieza el domingo de Pascua y termina con las oraciones de la tarde de Pentecostés. Pascua es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de , la alegría inmensa que sigue al dolor. El rescate por el Hijo de dios del pecado original.
La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la resurrección de Jesús después de su muerte consentida por Él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto:
"Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria." Colosenses 3 : 1 - 4
Vigilia Pascual: El Misterio Pascual de Cristo, crucificado y resucitado, tiene en esta liturgia nocturna, “Madre de todas las demás vigilias, como la llamó San Agustín, su celebración culminante. Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, como lo hizo el pueblo elegido desde el comienzo del Éxodo de Egipto (Exodus 12:42)
Domingo de Pascua: El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de , en la que se celebra de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.
Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la fiesta de Cristo Rey.
Tiempo Ordinario
Se contempla la misión redentora de Cristo en su plenitud y la misión de la iglesia.
El Tiempo ordinario ocurre dos veces en el año litúrgico: después de la época de Navidad hasta el miércoles de ceniza y desde el día después de Pentecostés hasta las oraciones de la vigilia del primer domingo de Adviento.
El Tiempo ordinario es considerado como un tiempo menor o “no fuerte”, como si los periodos privilegiados del Adviento, Cuaresma y Pascua fuesen los únicos a tener derecho de ciudadanía en el año litúrgico. Y, sin embargo, es un tiempo importante; tan importante que, sin él, la celebración del misterio de Cristo y la progresiva asimilación de los cristianos a este misterio se verían reducidos a puros episodios aislados, en lugar de impregnar toda la existencia de las comunidades de fé. Solamente cuando se comprende que el Tiempo ordinario es un tiempo imprescindible, que desarrolla el misterio pascual de un modo progresivo y profundo, se puede decir que se sabe qué es el año litúrgico. Quedarse tan sólo con los “tiempos fuertes” significa olvidar que el año litúrgico consiste en la celebración sagrada, en el curso de un año, del entero misterio de Cristo y de la obra de la salvación.
Ahora bien, la peculiaridad del Tiempo ordinario no radica en la constitución de un verdadero periodo litúrgico, en el que los domingos guardan una relación especial entre sí en torno a un aspecto determinado del misterio de Cristo. La fuerza del Tiempo ordinario está en cada uno de los 33 o 34 domingos que lo integran. Así lo indican las Normas universales sobre el año litúrgico: “Además de los tiempos que tienen carácter propio, quedan 33 o 34 semanas en el curso del año en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos” (NUALC 43). El Tiempo ordinario comienza el lunes que sigue al 6 de enero y se extiende hasta el martes antes del miércoles de Ceniza, para reanudarse de nuevo el lunes después del domingo de Pentecostés y terminar antes de las primeras Vísperas del domingo I de Adviento (cf. NUALC 44). En los tiempos ordinarios, sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por : “El Espíritu hace de el cuerpo de Cristo, hoy”.
Cristo Rey del Universo: Ultimo Domingo del Tiempo Ordinario
La celebración de de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. Esta fiesta se instituyó con el objeto de propagar entre los fieles el conocimiento de la dignidad de Nuestro Salvador. Si Cristo Rey es honrado por todos los católicos del mundo, se pondrá un remedio eficaz a los males que friccionan la sociedad humana, tales como la negación del Reino de Cristo; la negación del derecho de fundado en el derecho del mismo Cristo; la imposibilidad de enseñar al género humano, es decir, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad. El Papa Pío XI instituyó esta solemnidad con la carta encíclica Quas primas el 11 de diciembre de 1925, y después del Vaticano II ha sido colocada el último domingo del tiempo Ordinario, como final del año litúrgico.